Últimas luces de la tarde
Qué fue de aquellas luces de la tarde.
Al apagarse incendiaban fieneles
el aroma de azahar en la penumbra,
cómplice del deseo y del ensueño.
cómplice del deseo y del ensueño.
Allí al silencio sólo interrumpía
el menudo caer de agua en la fuente.
¿Hubo naranjos?, ¿hubo primavera?
Los azules faroles de mercurio
comienzan sin piedad sus guiños fríos.
el menudo caer de agua en la fuente.
¿Hubo naranjos?, ¿hubo primavera?
Los azules faroles de mercurio
comienzan sin piedad sus guiños fríos.
Indirectamente el poema me recuerda que pronto comenzará el madrugar y me atacarán las dudas sobre si todo lo que me ha ocurrido este verano ha pasado en realidad ha sido cierto.
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