El título de la entrada no debe llevar a confusión; acabando la lectura del diario de Günter Grass, aproveché para comprarme el pasado viernes El Tercer Reich (Ed. Anagrama) de Roberto Bolaño. A Bolaño no le descubro ahora; hace año y medio compré Putas asesinas, también de Anagrama y no me gustó demasiado -de los pocos libros que no he podido terminar de leer- pero presiento que El Tercer Reich será lo contrario: uno de esos libros que ahora con el buen tiempo afloran en las manos y dan ganas de sentarse en el parque a leerlo.
Detalles del libro: está escrito en primera persona, en forma de diario; el diario de un verano en medio de juegos de guerra -Bolaño tenía bastos conocimientos sobre la II Guerra Mundial y era un gran aficionado a dichos wargames- y el sol, la cerveza y la playa de la Costa Brava. La interrelación con otra pareja alemana que conocerán en sus vacaciones y la fascinación que siente Udo, el protagonista, por la conserje de su hotel, después de años sin poder volver a la costa catalana de vacaciones. Lo dicho, promete.
En mis manos, una novela de 1989 que a Bolaño en 2003 no le dio tiempo a pasar al ordenador antes de morir. Pese a mi primer veredicto con Putas asesinas, no quiero que sea esto un ultimátum a la literatura del chileno, más bien una reafirmación de lo que pienso: un grande al que yo todavía no he entendido porque le he leído poco. A por ello.
Postdata: Cómo odio que esa generación de escritores indies que se creen dioses por tener un blog que siguen multitud de personas hagan suyo a un escritor. Vivan esos poseedores de la verdad absoluta.
1 comentario:
Hay pocas cosas que me hagan sentir tan bien como acertar con un libro.
Por desgracia mi ojo crítico es infalible en los restaurantes, pero no tanto en las librerías... me fío más del buenísimo criterio de mis padres.
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