Que Lisboa estaba cambiada cuando fui en Julio no es ningún secreto. Bajando por las cuestas adoquinadas -los tranvías son para las subidas y para turistas y nostálgicos- la tranquilidad se mezcla con las sombras de los habitantes de la Alfama.
Un arma de doble filo asoma a Lisboa; la quietud y la tranquilidad. La tranquilidad en la tormenta. No puedo pensar que después llegará la decadencia...
1 comentario:
Lisboa es para mí la ciudad de los poetas malditos, el lujo decadente, las historias de sus habitantes susurradas en cantares viejos y el viento que se las lleva al mar. Es vetusta y hermosa, tiene porte, tiene magia; y sobre todo tiene mucha más alma que cualquier otra ciudad que yo conozca.
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