viernes, 24 de agosto de 2012

Acabando con Lobo Antunes


Si he ido era porque hacía un calor menos espantoso que los otros días, pero mi cuerpo necesitaba aún así fresco. Según el mando del aire acondicionado Mitsubishi de una librería de la Rambla Nova,  la temperatura estaba programada a unos heladores 21ºC. Y no, no voy a hacer la coña de Juego de Tronos y decir "llega el invierno" porque no es así y porque estoy harto de sudar. Esto no es Badajoz, no es Extremadura. Aquí, cuando llegue el invierno no conoceré la niebla y no hay ni tan siquiera un atisbo de falsas esperanzas.

Siempre que voy a la renfe me viene la imagen de quedarme mirando a la vía del tren desde un extremo del andén y fumar un cigarro -actitud literaria defendida por muchos, a mi me parece una soberana gilipollez; por eso no lo hago- mientras espero a un convoy naranja y blanco llegar. Esperar, verbo de la primera conjugación del verbo. Querer, verbo de la segunda: dos verbos que conjugados producen escalofríos. Me atrevería a decir que podrían ser perfectamente sinónimos... pero ahora eso no viene al caso.

Reconozco que soy un ser complicado. A mis problemas de habla se suman sin duda unos pensamientos extraños y complicados que ni yo mismo soy capaz de descifrar. Nunca había pensado y aguantando la mirada a un punto fijo con un nestea haciendo un trayecto por mi boca hasta mi estómago -¿cuanto hacía que no bebía nestea?- mientras hablo tranquilamente, con calma controlando cada impulso de mi paladar, de mi lengua... el oído, la vista, el gusto -el tacto ligeramente, sobre la mesa de falsa madera- y el olfato en guardia porque nunca sé de donde llegan los avisos.

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Balcells, Tabucchi, Modiano, Carver, Fernández Mallo, Galeano... todos pasean sin son y un día caerán. Alguno no será nunca carne de biblioteca.

Veo que Antonio Sáez Delgado es el traductor del libro de Lobo Antunes ¿Qué caballos son aquellos que hacen sombra en el mar?. Profesor de la universidad de Évora y poeta, tengo en la estantería Miradores; su primer libro de poesía.

Y mientras tanto, saudade...

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