miércoles, 13 de febrero de 2013

Sobrevivir



     Ahora se produce el momento más dramático del encuentro: el escrutinio mutuo. Para comprender el sentido de esta escena tenemos que recordar que los ejércitos en guerra visten de la misma manera (o, de la misma manera no visten) y que vastas extensiones del país son tierra de nadie en la cual hacen incursiones ya unos, ya otros, amigos y enemigos, y montan sus puestos de control. Por eso al principio no sabemos quienes son los hombres que nos han salido al encuentro desde su escondrijo ni qué harán con nosotros. Ellos tampoco saben nada acerca de lo que somos.

     En este momento tenemos que hacer acopio de todo nuestro valor para decir esa palabra que decidirá nuestra vida o nuestra muerte:

-¡Camarada!

     Si los guardias son hombres de Agostinho Neto, que se saludan con la palabra camarada, seguiremos con vida. Pero si resultan ser hombres de Holden Roberto o de Jonas Savimbi, que se saludan con la palabra irmao (hermano), habremos llegado al final de nuestra existencia terrenal. Dentro de unos instantes nos obligarán a trabajar: cavaremos nuestra propia tumba. Junto a los puestos antiguos, asentados desde hace un tiempo, han ido surgiendo pequeños cementerios donde yacen aquellos que no han tenido la fortuna de acertar la palabra del saludo.

Ryszard Kapuscinski
Un día más con vida (Anagrama , 2003)

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