martes, 17 de enero de 2012

Félix


Conocí a este gato el pasado septiembre en Estrasburgo. Diría que Félix descansaba en el aparador de una tienda de vinos y licores, donde el precio del Chartreuse era excesivo para un tarraconense -quien haya ido a Tarragona, sabrá la relación de amor que tenemos aquí con ese licor dorado y herboso-. Podríamos decir que los treinta euros que costaba la botella no herían solamente la cartera, sino también el orgullo de cualquier nativo.

Félix parecía un gato de cine, sacado de una nucio de Whiskas. Era mono, era protagonista, un reclamo perfecto para que los curiosos pasaran y se pararan a hacerse una foto con él. Supongo que dormía, puesto que no creo que sea un profesional como el perro ese de la lotería, que se hacía el muerto y choriceaba la lotería a su amo... 

Desconozco qué ha sido de Félix, no vivo en Estrasburgo para comprobarlo. De lo que no tengo ninguna duda es de la campaña de márketing que le hizo al pesetero del Chartreuse. Y, además, desagradecido: no le dió ni un mísero vaso de leche...

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