Se dice que en Junio sus calles se recubren de noche de chocolate y las piernas se estiran entre la piedra candente del Sol. Se ven a universitarios, turistas y guiris criados a base de la dieta del hornazo y la fría cerveza. Se entiende que viven a merced de las escalinatas y cerca de los candados que reinan en el huerto de la Celestina.
El núcleo de la piedra, la luz opaca de las vidrieras de la Catedral. El símbolo y el misticismo de la compañía. El recuerdo que no pesa ni tampoco cede.
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